sábado, 26 de mayo de 2018

Sumpul, ni olvido ni perdón

El 14 de Mayo de 1980 los ejércitos de El Salvador y Honduras, operando en el marco del Plan Cóndor - con la participación de esbirros enviados a Tegucigalpa por el criminal de Lesa Humanidad argentino Guillermo Suárez Mason y coordinados desde Washington - cometieron el asesinato colectivo de más de medio millar de campesinos salvadoreños, familias enteras fueron diezmadas en el fronterizo Río Sumpul.

Se cumplen treinta y ocho años de una imagen icónica. La de los niños y niñas atravesados por bayonetas en medio de las risotadas,  tal como le fue relatado por hermanos y hermanas de los masacrados, que lograron salvar milagrosamente sus vidas entre los matorrales, un par de años después a Ernie Pike – corresponsal de guerra de El Día de México

Mientras los salvadoreños recuerdan aquellos sus muertos, las circunstancias políticas en los grandes centros del Capital no son muy distintas a los tiempos de la eterna Dictadura de las Oligarquías al sur del Río Bravo, producidas y conducidas desde Pentágono y Wall Street, cuando sus achichincles centroamericanos les gritaban: “Fuera guanacos, a echar pulgas a su territorio” .



El presidente del Imperio trata de “animales” a nuestros paisanos y “agujeros de mierda”, a nuestros países.


Así las cosas hoy, en nuestras pampas el Cordobés Errante se presenta en la Biblioteca de Villa Manuelita, pertrechado con las últimas noticias provenientes del Imperio y, ante la ausencia de Windows Indulgente (por exámenes en su Facultad del Conurbano) las expone ante en encuentro semanal de lectorxs de incunables.

La prensa norteamericana reporta, escandalizada, el resultado de las consignas tuiteras en las calles norteamericanas de la Bestia Trumpiana,  a estas alturas - más que un país al que conocíamos como la patria de Mark Twain o de Malcom X - ciudades prototípicas de lo que nuestra gran Angela Davis define como “sistema de producción concentracionario”, en cuenta regresiva histórica hacia el esclavismo, si nos tomamos el laburo de consultar al imprescindible Gustavo Veiga en https://www.pagina12.com.ar/116123-el-gran-negocio-de-las-carceles-de-ee-uu

- El 21 de Agosto próximo la mano de obra de los presos esclavizados convoca una HUELGA NACIONAL en los Estados Unidos. Tenemos que solidarizarnos – propone nuestro inquieto de La Docta, quien acercó el artículo de Veiga y los frutos de su gugleo propio. 


Como por ejemplo, el cliente de una sandwichería en Manhattan - un picapleitos, escrachado por el NYT, Aaron Schlossberg - grabado gritando a los empleados para que dejaran de hablar en español y amenazando con llamar a las autoridades migratorias para que “echen a cada uno de ustedes de mi país… si tienen las pelotas para venir aquí a vivir de mi dinero – yo pago por su posibilidad de estar aquí -… lo menos que podrían hacer es hablar inglés”.


- El culiao parece de La Recoleta porteña - comenta el de La Docta.



Este mes, como lo hacen todos los años, las comunidades de Chalatenango recordaron a los suyos. 
Lo hicieron como es costumbre antigua, dirigiéndose al lugar de los hechos, solidarizándose con los pueblos perseguidos como lo fueron ellos, mediante la Celebración de la Palabra y el arte comunitario, digno de las enseñanzas del Teatro de la Crueldad de  Antonin Artaud, al que ellos llaman el Teatrillo....




Entre los presetes se encuentra don Julio Ernaldo Rivera, uno de aquellos niños.

"Voy a contar todo lo que puedo recordar de la masacre. A mis siete años fui privilegiado porque pude pasarme el río Sumpul con mi padre unos días antes... El 13 de mayo, Las Aradas ya estaba militarizada.... Esta es una zona que se presta estratégicamente para un crimen porque está rodeado completamente por serranías y por el otro está el río enfurecido. Ese día me encontraba en territorio hondureño, en una aldea que se llama San José... Entre el lugar de la masacre y la aldea sólo está el río (Sumpul); por lo tanto, escondido del otro lado, en una pequeña altura detrás de unos árboles, con mi padre y con otros hermanos hondureños pudimos ver y escuchar con precisión todo lo que estaba sucediendo.





 
Quiero ratificar que este fue un complot muy bien montado y previamente planificado por el gobierno salvadoreño y el hondureño. Por El Salvador, tuvieron participación activa el Destacamento Militar Número Uno, la Guardia Nacional y la Fuerza Aérea. Una de las acciones de esta última fue destruir un puente hamaca que unía a los dos territorios para que ningún salvadoreño pudiera salvar su vida utilizándolo.

Los elementos paramilitares de Orden también participaron activamente porque ellos sabían identificar todos los lugares donde las víctimas se podían refugiar, donde se podía esconder. Ellos también incursionaron en territorio hondureño, se unieron con soldados de ese país para identificar a los que estábamos refugiados y que nos expulsaran.

Fue así como el ejército hondureño, unos días antes de la masacre, lanzó un tremendo operativo de búsqueda de salvadoreños; casa a casa, montaña a montaña, quebrada a quebrada y a punta de fusil, con golpes, empujones e insultos los que estábamos en ese territorio éramos capturados, traídos a la fuerza y lanzados a El Salvador. Una de las consignas de los soldados hondureños era “Fuera guanacos, a echar pulgas a su territorio” si no saben qué es “pulgas”, es un pequeño insecto muy dañino y que está en los perros y en los cerdos, así éramos tratados por el ejército hondureño.

¿Cómo pude salvar la vida con mi padre? Bueno, esa fue una verdadera obra de Dios. Los que pudimos nos escondimos de los soldados hondureños y de los paramilitares, hasta debajo de las piedras si era posible para no ser encontrados... Ya todos los salvadoreños habían sido expulsados, pero mi padre y yo habíamos logrado escondernos debajo de un montón de maleza seca al pie de una quebrada... Ahí estábamos cuando un soldado hondureño nos descubrió, llamó a otros y les dijo: “Miren, acá no hay nada, sólo están este niño y este anciano que son salvadoreños pero no vamos a cometer el delito de entregarlos al ejército salvadoreño para que los maten, dejémoslos”.... Nos pidieron que saliéramos del escondite, nos llevaron a una casa próxima y dijeron “a este niño y a este anciano vamos a dejarlos aquí, ustedes manténganlos mientras pasa la masacre porque al ser un niño y un anciano, no quiero que también perezcan”. Como bien dice el Evangelio, en medio de las ovejas están los lobos, y aquí al revés, en medio de los lobos también había ovejas y este soldado hondureño quiso salvarnos la vida. Yo tenía 7 años y mi padre, más de 60, así pudimos escapar.

Cuando estuvimos en ese pequeño cerro, cubiertos con la maleza, pudimos presenciar todo lo que ocurría al otro lado. Vimos cómo empezó el ametrallamiento. El Ejército hondureño cerró completamente el paso hacia Honduras para que nadie pudiera pasar, el (Ejército) salvadoreño hizo una emboscada, cercó a la gente y cuando el círculo estaba cerrado, empezó la masacre. Ametrallaron indiscriminadamente a la población que en su mayoría eran niños, ancianos, mujeres embarazadas, gente que habían sufrido, habían aguantado hambre, que ya no podían más, entonces se habían concentrado en ese lugar.... Si una equivocación cometieron fue pensar que esos soldados, esa guardia, ese gobierno tenía sentido humano como tantas veces se proclama.... Si un error cometieron fue creer que al ser niños, ancianos, mujeres embarazadas y enfermos, les iban a respetar la vida, porque para estas fieras sedientas de sangre no importaba que fuera gente indefensa igual cometieron la terrible masacre.

Vimos cómo ponían a hombres en fila y los ametrallaban cobardemente.... Vimos cómo los niños eran arrebatados de los brazos de sus madres, eran tirados al aire, cachados con sus enormes cuchillos y luego lanzados al río Sumpul.... Hay testimonios de personas que sobrevivieron y que viven el municipio de Las Vueltas, como doña Chinda... Ella todavía está viva y lo que dice es que a las mujeres embarazadas se les tiraba una patada o un “culatazo” al suelo y con los cuchillos les abrían los estómagos, les sacaban los fetos y tras la sonora carcajada de los soldados, de los militares y de los guardias, las lanzaban al río.

Todo eso tuvimos que ver...




También oíamos los llantos tristes de los niños. “¡Mamá, mamá!, ¡Papá, papá! vámonos, corramos”.... Podíamos escuchar el llanto de las madres pidiendo clemencia, “No nos maten, no somos guerrilleros, somos población civil, no debemos nada”, pidiendo que por lo menos les perdonaran la vida a sus niños y ante eso... la respuesta eran risas, insultos, ametrallamientos y trapasos de cuerpos con sus enormes cuchillos.

Mucha gente luchó por salvar su vida y sí, algunos, gracias a Dios, lo consiguieron... Cómo no mencionar aquí - Ya que se habla tanto de los próceres, de los héroes - al padre Beto, norteamericano, al padre Fausto Milla, hondureño, y al laico Mario Arguiñal, quienes desafiando el peligro desde el lado hondureño y enfrentándose cuerpo a cuerpo con los soldados de ese país, rompieron el cerco militar, se metieron al centro del río Sumpul y les arrebataron a los soldados salvadoreños de las manos, casi de los fusiles, a los niños para pasarlos al otro lado.... Los soldados se oponían pero los dos sacerdotes y el laico batallaron y pelearon a empujones, a codazos, a como diera lugar y así le salvaron la vida de muchos niños, de varios ancianos y de varias mujeres, esas personas merecen estar en esa calle que oigo que se llama “La calle de los próceres”... Ya uno de ellos ha muerto.-"


 
 
 
 
 
 
 
 


 
 



 
Fotos y testimonios: Proletario Suizo.
 

Mi querida Trine: Acabo de verla en las fotos que saca el Proletario Suizo, de los dos conocido y me emocionó mucho reconocerla en el homenaje a nuestros caídos en el Sumpul. Qué garbo para quemar la bandera gringa, mi vieja heroina. Lo de vieja es un decir, pues se la ve bien tuanis. Enseguida me acordé la tarde en que el Enemigo ya se iba de salida por Las Flores, creo, y teníamos como cinco días de hambrear perro. Ya me estaba pudriendo y como no podía esperar más, decidí salir a explorar con tal de no seguir muriéndome de tristeza entre aquellos matochos. Si mal no recuerdo era la primera Guinda que me tocaba. En ese momento Ud. Y el Santos me llaman aparte y quedito, de la reservita que tenían, me dan un guineio para que tenga. Todavía lo siento con toda la gloria en mi paladar, mi querida mamá chalateca. A Santos no le digo nada porque es medio bandido y a saber dónde anda ahorita... De veras, dele un grandísimo abrazo. Los quiero mucho a los dos, son eternos en mi corazón. Cuídense mucho y cuídenlo al Suizo Loco que gracias a él se sabe algo de Chalate en el mundo. Desde Argentina, los abraza: El Viejo Nico*. 16 de Mayo de 20018



*El mismo que llegó dándoselas de Ernie Pike entre Los Hacelotodo, sin sentirse en tierra extranjera ni ahí. Otro más, arrimado al ámbito acogedor de la Biblioteca de Villa Manuelita.

  

Camarada Dock Sur

 

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