A
mis compañerxs de Templanza, la bocha de kátaros que la integra
para marchar.
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Foto:
Daniel Villella - Templanza
Suramericana
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“Una
cosa es el abanderado y otra el loco de la bandera”... J.D.Perón
Con todo respeto, General, ese chiste suyo atrasa… Si hasta Evita, quien con solo ponerse a dictar sus pensamientos rotos, al final del camino, llega a escribir mejor que ningún argentino, le diría pare la mano con esa broma aspiracional. Atrasa más de un siglo.
El Loco de la Bandera es una presencia habitual de nuestras multitudes y ningún menesteroso se lo toma en broma. Todo lo contrario si miramos la Tele, la Plaza del Congreso atestada de Pueblo Organizado, cordial como de costumbre, pero con el Congreso vallado y sesionando de prepo para joder a los Jubilados, la Gendarmería y los cascarudos que disparan a mansalva, haciéndole sentir a esta creída Ciudad como están habituados a sentirse nuestros hermanos mapuches - sus ilustres antepasados, General - estudiados en la Academia Militar de la (hoy es Ex) Unión Soviética como casus belli clásico. ¡Otra que Alejandro el Magno! La historia de los vencedores de Stalingrado los rescata como precedente, por haber constituido los mapuches uno de los pocos ejércitos que desde el cabrón de Valdivia a la fecha, unos cinco siglos, jamás ha rendido sus huestes.
Al Loco de la Bandera se lo registra demasiado temprano en nuestra historia, digamos que historia propia, por lo menos dentro de nuestra memoria de perucas.
Se lo puede ver dibujando con la tacuara ondas silenciosas en el aire, tan temprano como en la clásica farola de Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945 - ahí lo recupera Favio encaramado – y haciendo el aguante al Balcón que pronto se va a iluminar. Suerte de parsimonia cabecita audaz y modesta, solitaria y previa de los argentos porvenires de nuestra Nación.
Se trata de la Anunciación pagana del Balcón desde el cual Juancito Perón, por fin liberado del statu quo, se prepara para declarar, abriendo por primera vez los brazos a la multitud, expectante:
- Sobre la clase trabajadora se edificará el futuro de la Patria.
Desde entonces al Loco de La Bandera se lo puede ver en casi todas nuestras movilizaciones pero no en cualquiera.
El Loco de la Bandera se encarama aupado entre los cuerpos compañeros - como pidiendo la palabra y nunca para mostrarse - solo y cuando las papas queman. Convocado no tiene ninguna gracia hacerlo... Lo suyo es una intimidad abismada en el arraigo de las convicciones públicas. Como los mellizos del Popol Vuh (Libro de la Comunidad) desarmando las argucias del Gran Guacamayo sobre su papel en el destino de todos nosotros los Engendrados. Un alma de cristal. A veces, pero esto solamente entre los íntimos de la cuadra y/o del estadio, reserva un estampado en la remera: “Mis compañeros son mejores que yo” que la Vieja le guarda después planchadita - planchadita en el fondo del placard. Por eso hasta podríamos decirle - parafraseando ya que estamos, General - : el Loco de la Bandera es el Primer Auto - convocado de la Ciudadanía.
Con todo respeto, a Ud. le fue suficiente con la filosofía moral de los Derechos Naturales y Clausewitz para batirse exitosamente con la Historia – es cierto, casi nadie lo entendió cuando Ud. postuló que la Revolución Francesa quedaba en orsai ante la Rusa soviética, en patio de honor del Colegio Militar de la Nación nada menos - pero ahora ya no nos alcanza con pensar en la masa en términos de jerarquía de multitudes organizada para el Combate.
También es cierto, que el genio alemán, después de ver cómo los desarrapados franceses echaban a correr (¿En Valmy fue?..) y se llevaban por delante al mejor de los ejércitos europeos de la época - el ejército prusiano del propio Clausewitz - tenía toda la razón del mundo en señalar la masa popular como (único y total) resguardo moral de la pelea.
Una pelea siempre y ante todo política, que salvo Norma Arrostito1, no entendimos, quienes con todo el respeto, le dejamos La Plaza el 1ero. De Mayo...
Solo que en el siglo 21 la Política se ha vuelto una suerte de continuación de la Guerra (llamada aquí sucia y con tanto Blaquier y Magnetto impune, lo digan si no desde Milagro Sala al Chino Zannini...) por otros medios mediático - judiciales. Los nombres que nombran estas mañas son por lo general gringos sajones... Y la Democracia es el Gobierno de los Pobres, así sea, como lo es ahora, una mayoría de ricos los que gobiernen por ellos, para ellos y con ellos pocos, encima de todos. Coinciden en el concepto tanto Aristóteles para afirmarlo, como Platón para llorar por los ricos puestos en caja por la República. En tiempos de telefonito, guatsap y trolles es también Clausewitz el que atrasa, por lo menos, en cuanto al precioso menester de construir fuerzas de este lado de la iniquidad social.
En realidad hasta la legendaria discusión que se tenían Rosa Luxemburgo y Lenin, quedaría entre paréntesis. Esa distinción entonces hacía entre conciencia organizada y masa “espontánea” - por la que ambos y cada uno por buenas razones discutieron como nadie antes ni después, resuelta que fue por vietnamitas y cubanos de cara al Imperio del Capital - con leer solamente la mejor obra teórica que se le haya dedicado al tema durante el siglo pasado: Masa y poder, de Elías Canetti, editada justamente durante sus épocas madrileñas, cae de madura.
En esta cuestión a Ud. le pasó (creo y dicho sea de paso…) lo mismo que con la Reforma Agraria y eso que le fue a pedir perdón a don Atahualpa Yupanki por no haberla hecho, Ud. quedó a merced del pensamiento de época. Fíjese: Raúl Alfonsín la tuvo más clara al reivindicar sus convicciones propias tras el ejemplo militante de los Hermanos Kennedy - los primeros en reclamarla a las órdenes de Coronel (Atilio) Cattaneo, alzado contra la Dictadura de Uriburu en 1932 - con lo que a perucas y radichas y todos los que se ofrezcan a la par, no nos une más el espanto corporativo.
Por ahí anda todavía el éxodo de un millón de tucumanos producido ¡Sin asco por la tragedia que después se vino para tres generaciones de argentinos por lo menos! porque estos mismos tipos prefirieron cerrar los ingenios a cambiar de propietarios que no sean los mismos garcas de siempre. Al pedo el “penduleo,” General, no nos ahorró una sola gota de sangre...
De modo que es como para irla pensando, se trata de una Deuda histórica contraída con el Pueblo – en los asados de los Hermanos Kennedy debuta la guitarra y la voz del que, después de pasársela profugado en una isla perdida del Paraná, va a ser bautizado como don Ata en una pensión de Rosario por el papá de nuestro Litto Nebbia – deuda histórica en busca de su propio Nunca Más.
La distinción que se le pretende al Abanderado – nosotros, en nuestros días con el Tío, les decíamos jetones para que no se la creyeran - es cosa del positivismo analógico no de estos tiempos digitales y dialécticos.
Fíjese en el Loco de La Bandera y no se lo tome tan a la joda porque hasta los movileros de Magnetto ya se han dado cuenta que la burrada mitrista tanto no garpa. Los viejitos salen con sus andadores a secundarlos en las calles, para que a los abuelos que votaron esta porquería les caiga la ficha de Caseros. La porquería es resultado del goce “De Urquiza” al mandar a fusilar a Chilavert el jefe de los vencidos, para ubicarnos: la traición voto a voto, la masa cerrada de Los Ellos alrededor de un mismo Odio encubridor. Tomate el raje, Turrito, rajá… Tiempos del Barón de Maua actualizados en formatos Paul Singer, Bennetton o Joe Lewis. Cuando nos duele lo mismo todo es historia.
Palazos, balazos de goma, gases, la ciudad de Garay terminó la semana pasada como un gueto polaco invadido por los nazis.
Ahí están los gendarmes disparando a mansalva. Uno detrás de otro. Impiadosos, impunes, pasados de rosca. Se apartan unos y otros toman el sitio para volver a disparar contra la gente, logrando que las pancartas paulatinamente se retiren, despejen...
El cielo se surca de chorros amarillos igual que la política de guante blanco. Las gentes retroceden un cacho otro cacho más, según. El Loco de la Bandera no. Jamás. Les baila. Otro, a su lado se cree Charli García y ensaya una mímica descalabrada... Entre el infierno desatado como una gran emboscada de masas – específicamente prologada con la cacería de Mujeres que se les tendiera el 8M pasado - el Loco de la Bandera sigue ondeando la Esperanza de las multitudes incansables que nos parieron de política, cómo mínimo desde los gurrumines lectores de El Eternauta a esta parte. Y signo de los tiempos, no falta una muchacha al lado que lo acompaña con una pandereta...
Las balas de goma crujen sobre los cuerpos indignados pero ellos persisten en parodiar la tragedia. La compañera Aurora Venturini es quien mejor les pesca la vuelta al lado de Evita, mucho antes de que Ud. sobre el final, se zarpe con nosotros. Son Hijos de Madre desafiando al gran Hijo de Papá. Las cámaras se fijan en uno que se baja los lompas y le muestra las nalgas a la Gorra. Otro que va y se las da de torero... ¿Qué hay dentro de ese cuerpo, General? ¿Memoria de los fieritas hacia nuestros brutales olvidos pequeño - burgueses? ¿Será?
Usted me va a decir el tipo hace un cálculo perfecto. Y sí, la Inteligencia es por definición atributo de la colectividad humana. La presencia de las cámaras no deja de ser un salvoconducto. Ya no estamos en los días de Ramón L. Falcón arrasando anarquistas en Plaza Lorea – no, ahora disparan desde arriba de los edificios – escucha gritar a sus espaldas El Loco de La Bandera... No obstante, si lo salen a detener corren el riesgo de quedar en ridículo ante la velocidad de este par de piernas de pobre curtido y acostumbrado a gambetear la malaria. Y si le disparan quedan como asesinos los de la Gorra... El cálculo de parte del Loco de la Bandera es perfecto pero el cuerpo hay que ponerlo, General. Y téngase en cuenta que estamos en días que hasta los Abanderados - adentro del Congreso Nacional - en el caso que abran la boca aguantan su dosis de gas pimienta.
Por eso El Loco de la Bandera es de alto respeto. Y uno al que la carrocería no le da como entonces diría todavía más en su honor. El Loco de la Bandera son los ovarios y los cojones del Pueblo. Gracias a ellos evacuamos, las otras tardes, con todo y pancartas, en relativo orden, el teatro de la Crueldad macrista. En otras palabras, se quedaron con las ganas de masacrarnos en el medio de la Plaza. Y él lo sabe, él sabe lo que piensa, siente lo mismo que sentimos. Que para eso y no de pelotudo es que ha puesto el Cuerpo.
Hasta que la gente que se retiraba paulatinamente empieza a volver... Uno a uno. Primero en pequeños grupos donde jamás falta una mujer. O dos, o tres, o cuatro… Ni una menos. Llegan después de la penúltima carga de los cascarudos. Se acercan tranquilxs a las vallas como palpando nimiedades. Como quien no quiere la cosa, se ponen al alcance de la mirada de los otros pobres con casco y culo de arandela. Les abren una oportunidad. Y les hablan como queriendo ser mutuamente presentados. O al ratito directamente los putean – y por carneros les pasan la correspondiente factura plebeya - hasta que la Orden saca a la carga otra vez a los cascarudos. Y otra vez lo mismo. A volver, vamos a volver.
El Tirapiedras es la otra versión militante del Loco de La Bandera – este se toma la revelación espartaquista del ángel de la Guarda bajo la especie del cascote providencial - en el instante decisivo del odio cascarudo desatado, de “la batalla campal” del zócalo alcaguete, de un recibo de sueldo que induce lógicas psicopateantes sobre los otros, “los violentos” como proyección delirada del goce patronal contenido por contrato. Rajá, Turrito, rajá…
El Tirapiedras es el reaseguro del flameante llamado a la Esperanza por parte del otro, ante la utilización de provocadores y de esbirros de la Gorra infiltrados entre los manifestantes. Tampoco falta entre estos tipos el que ha sido baleado por sus propios “compañeros”, donde tampoco falta otro más ruin que el primero, una mamá pobre que por madre no se calla.
El Tirapiedras es quien los hace pensar dos veces si vale la pena arriesgarse que por la paga le peguen una. Y si el Loco de la Bandera cuida mientras tanto el espacio de miles que se retiran - llamándolos de regreso al acontecer todos juntos – su alter ego el Tirapiedras pasa a ser el modesto y anónimo servidor del pasado popular en camadas nuevas de dirigentes, a la altura debida al presente histórico, ampliación de alianzas, solidaridades irrestrictas con los perseguidos. Nunca menos, ha sido dicho.
Eso sí. No vale confundirlos con el exhibicionismo producido y plato servido al periodismo de acoso de parte de encapuchados de negro... Porque ninguno de estos dos en particular reclama gloria alguna. Juntos sin embargo consiguen algo que – a la fecha y por un rato largo más - no existe partido ni orga capaz de lograrlo por sí mismos. No porque no los haya sino porque – para decirlo de una - mueren demasiado por acordarse de una cita suya - al fin y al cabo es lo que hago también en estos antiedípicos apuntes al voleo, entre hijxs y papás y mamás que saben ser compañeros - pero aquellos cuando logran acordarse cuál era la cita, ya no los escucha nadie. Y esta cuestión entre el sentido de cada quien y lo que nos falta en común nos proviene resuelta - sin embargo ideológico - desde los inicios de la Humanidad sobre la Tierra. El movimiento, papu... Por eso es que El Loco de La Bandera y El Tirapiedras consiguen mediante un gesto inmemorial, el que todos aquellos otros que durante el día lo vieron por TV por la noche salgan a las calles. Se reconozcan por primera vez como estafados, nada sencillo y dormidos en segundas nupcias eleccionarias. Al fin se hacen cargo del acontecer…. Hasta pronuncian, otra vez, en cada esquina, la sagrada palabra Asamblea que - hasta ahora – no se ha escrito en la Constitución Nacional como Derecho permanente de los vecinos a aprobar o a impugnar candidatos partidarios. Y marchen juntos – tal como juntos lo aprendieron a hacer sus padres y sus abuelos obreros o inquilinos allá por el Primer Centenario - esta vez al sitio de la fractura expuesta del Gobierno electo. Una noche y otra más con las esquinas y las avenidas enteramente suyas. Ese espacio liberado en medio del horror del poder policíaco y la indiferencia peatonal que hasta ayer nomás, solamente El Loco de la Bandera y los Tirapiedras ocupaban, cual golondrinas de Spinetta en plena Dictadura.
Y ellos dos secan sus rostros satisfechos, mientras las cacerolas se dejan escuchar en plena expansión, y la Democracia vuelve a escribir otra página propia ante el Falopauer. Gato y garca, testimoniarán las paredes al amanecer. Los antiguos teólogos de puro populistas que eran, lo denominan la Voz de Dios en sus tratados. Nosotros modestamente como Gassman, le decimos Unión Ciudadana.
En sus tiempos y los de Evita, General, los pares del Libro de la Comunidad se llamaban el Mono Gatica y Pascualito Pérez... Obvio, tiempos sublimados de gloria prole y cabecita. Entre tanto la Revolución no va a ser televisada como en el 2001, pero a estos dos nuestros en particular - al Loco Quijote de la Bandera y al Sancho Tirapiedras - les importa tres pepinos eso.
Porque así es como van a disfrutar más tranquilos estas Navidades y sentir una satisfacción al descorchar la sidra para el Año Nuevo.-
20 de diciembre de 2017
Nicolás Doljanin
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el Aramburazo durante su interrogatorio en la ESMA como “Una obra
maestra de la Propaganda Armada”. ¡Que interlocutora se perdió
Ud. habida cuenta de la Juvenilia montonera!
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